martes, 9 de diciembre de 2008

Sobre los programas no contributivos

La falta de cobertura de los programas financiados por la seguridad social ha estimulado la implementación de programas no contributivos en pensiones y salud en casi todo el continente. Si bien estos programas pueden tener impactos positivos en el bienestar de la población, debemos estar concientes de algunos obstáculos que se necesitan superar para evitar resultados no deseados dados los incentivos que generan y las fallas en su diseño. Se ha reconocido que los programas no contributivos:

1) Pueden tener efectos adversos en las decisiones de los trabajadores sobre su participación en el mercado formal de trabajo y en las decisiones de los emprendedores en relación a sus actividades.
2) Pueden tener efectos en la canasta de consumo y ahorro dentro de las familias y en las transferencias intrafamiliares.

El primero significa que las personas encontrarán más rentable trabajar en un trabajo informal (que no paga impuestos) dado que al final las personas recibirán los servicios; y del mismo modo los emprendedores encontrarán más rentable enfocarse en actividades de baja productividad (que no pagan impuestos). El segundo se refiere al hecho de que dado que las familias recibirán dinero extra, éstas pueden cambiar sus patrones de consumo y ahorro así como las transferencias de dinero intrafamiliares.
Para evitar estas distorsiones, las autoridades tienen dos importantes instrumentos: el tamaño del paquete que se cubrirá y a quiénes estará dirigido. Este diseño puede ayudar a minimizar los efectos adversos, sin embargo, todavía se deben abordar varios temas operativos para alcanzar las metas de los programas.
El siguiente ejemplo ilustra (véase la foto) las alternativas que los gobiernos tienen y cómo los programas pueden fracasar en su intento de alcanzar sus metas. El gobierno local de la Ciudad de México ofrece una pensión no contributiva a todas las personas mayores de 70 años que viven en la ciudad. La pensión mensual es equivalente a la mitad del salario mínimo mensual. La pensión está destinada a ayudar a las personas mayores durante sus últimos años. Lo que se ve en la foto es que las pensiones pueden ser utilizadas para pagar en una cafetería en la cual el precio promedio de una comida equivale a aproximadamente 1.5 veces el salario mínimo diario. Esto nos lleva a las siguientes preguntas: ¿debe una pensión destinarse a todos, o sólo a los pobres? ¿Cómo puede garantizar el gobierno que el dinero sea utilizado para el consumo de bienes básicos? ¿Cómo puede implementarse un programa más restrictivo sin que aumente el costo administrativo?, sólo por mencionar algunas. Las respuestas a estas preguntas deben estar fundamentadas en análisis técnicos rigurosos y una estrategia de evaluación y monitoreo puede ayudar a diseñar mejor los programas.

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